La soledad del corredor de fondo: “Mejorcita de lo mío”, “La realidad” y el auge de los unipersonales
Uno
Dentro del teatro contemporáneo existe una manifestación denominada “espectáculo unipersonal”, cuya particular poética se distingue por contar con un actor, sólo en el escenario, interpretando frente al público, desplegando diversos recursos. De la versatilidad del actor dependerá que el espectador se sienta más o menos atrapado por el universo particular del montaje. Este género está muy extendido en el teatro argentino, por ejemplo, o el norteamericano; pero en España, cuando se trata de un espectáculo con un solo actor, se suele hablar de “monólogos”. Y sin embargo, este término a veces es insuficiente, y aquí está asociado por lo general al monólogo cómico (muchas veces, usado lamentablemente con connotaciones negativas, aunque -como en todo- tengamos también muestras de mucho talento entre los monologuistas cómicos), una modalidad en la que habitualmente el comediante habla directamente al público, sin ser interrumpido por otro personaje.
Quizás por los duros tiempos que corren y por la transformación de los modos de producción en el panorama actual del teatro y la danza, así como proliferan los espacios escénicos mínimos o íntimos (Microteatro, La Casa de la Portera, etc.), se está propagando también en nuestro país esta tendencia por la cual un artista escoge este formato de “unipersonal” -en el que muchas veces es responsable además del texto o de la dirección-, para expandir sus capacidades escénicas. El género abre muchas posibilidades dramatúrgicas: en algunos unipersonales, diversos personajes transitan a través de ese único cuerpo presente en el espacio escénico; otros montajes optan por un solo personaje como portador de la acción dramática, utilizando como recurso textual el monólogo, pero incorporando muchas veces más voces, recurriendo, entre otras cosas, a la voz en off.
Dos
Esta larga introducción sirve para enmarcar el comentario sobre el espectáculo más inesperadamente delicioso y valiente que he visto en los últimos tiempos: Mejorcita de lo mío, de Pilar Gómez, con dirección y co-autoría de Fernando Soto, en el Teatro Arlequín hasta el 31 de enero en una nueva temporada madrileña. Definido como “un viaje de autoexploración con rumbo indefinido”, la soledad en el escenario le sirve a la actriz andaluza para hacer de este viaje un exorcismo de la soledad cotidiana. Pero ese rumbo que se presenta indefinido está en realidad marcado por la búsqueda de su identidad, y para ello Pilar exprimirá al máximo esas posibilidades del formato unipersonal.