Ejercicios de amor a dos orillas. Balance teatral 2015
El teatro es un ejercicio de amor. Y esta lista es un agradecimiento por esos amorosos momentos. La lista de este año es un poco particular, porque es a dos bandas. Después de 10 años, este fue el momento de tejer puentes entre mi Buenos Aires natal y mi Madrid de (ad)opción. Pero las conexiones entre estas dos ciudades, ambas con un panorama escénico en plena ebullición creativa -aunque diferenciadas quizás por los hábitos de consumo cultural-, son muchas, y atraviesan también esta relación de creadores y montajes. He aquí los nombres que me han atravesado este año.
De aquí: Madrid
La piedra oscura, de Alberto Conejero. Palabras como un mar iluminadas por la mirada lúcida de Pablo Messiez… Camisas abrazando las sombras, y la certeza de que nadie puede desaparecer del todo. Un montaje que, más que de Lorca o de la guerra, como dijo @Porelprograma, va del breve y milagroso encuentro entre un padre sin hijos y un hijo sin padres. Conmovedores Daniel Grao y Nacho Sánchez (los ojos más expresivos de la escena actual).
Adentro, de Carolina Román. Bellísima y dura. El montaje escarba en cómo nos transforman los vínculos familiares, en cómo los que se fueron nunca se terminan de ir. Un trabajo de gran intensidad que germinó en un lejano Microteatro, con un equipo sólido y talentoso, dirigido por Tristán Ulloa y encabezado por la propia Carolina junto a Araceli Dvoskin (la tremenda abuela de La omisión de la familia Coleman de Tolcachir), la luz de Noelia Notto (una especie de joven Meryl Streep a la argentina) y el huracán Nelson Dante.
Guía del teatrero intergaláctico. Apuntes para la próxima Fira Tàrrega
Tárrega es una fiesta que nos sigue. Así, emulando al París de Hemingway, terminaba mi primera nota sobre Fira Tàrrega, escrita hace tres ediciones. Y así empieza ésta, cuando estoy a punto de volver una vez más. Porque vaya si nos siguió la fiesta targarina (¿puede haber gentilicio más bonito?).
Pero es que en esos cuatro días de feria, Tàrrega entra en un orden intergaláctico, inundada de universos paralelos. Y esa celebración vital de las artes escénicas es la que nos sigue allá donde vayamos. Porque… ¿cómo podría olvidar lo que sentí ese atardecer en el que los de Kamchatka y su Fugit hicieron que, literalmente, nos quitáramos la venda de los ojos? Fue de las experiencias escénicas más movilizadoras de mi vida.
Pero Fira Tàrrega nos ha dado mucho más. Allí descubrimos a las “buenas” mexicanas de Vaca 35 (Ripstein, melodrama y sudor), experimentamos el ártico teatro sensorial de Ponten Pie, nos fascinamos con el movimiento imposible y el huracán emocional de la danza de Fetamà, desencajamos mandíbula con Animal Religion y su bestial trabajo circense sobre la animalidad llevado a sus máximas consecuencias en una granja lisérgica… Tampoco olvido las imágenes poderosas, poéticas, originales de los Close encounters… del talentoso húngaro Martin Boross, el delicado equilibrio, poética de la aridez, la pura fragilidad del rudo Manolo Alcántara; la visión de mundo de los obreros ilustrados y humanistas que nos regalaron Ernesto Collado y Piero Steiner en las ruinas de Constructivo, o la fuerza del teatro documental de los mexicanos de Teatro Línea de Sombra en Baños Roma: potente, claro y distinto.
Fira Tàrrega es una feria Internacional de artes escénicas especialmente volcada a las artes de calle (entendidas como juego con el espacio público), los espectáculos visuales y los montajes no convencionales. Por eso, aunque en Madrid gozamos de un teatro de buena calidad, se agradece el aire fresco y renovador que se respira en las propuestas más arriesgadas de la Fira.
Así como (imagino) los runners se preparan para una maratón, así me preparo yo cada año para Fira Tàrrega. Mi Fira empieza cuando empiezo a hacer malabares para cuadrar todo lo que quiero ver, cuando comienzo a armar el puzzle. Hiperventilo organizando el cronograma porque la oferta es tal que me gustaría tener el don de la ubicuidad para poder verlo todo. Este año habrá 48 espectáculos de calle y 10 de sala, de ellos, 30 son catalanes, 11 del resto del Estado y 15 internacionales. Para aquellos que estáis entrenando para la Fira, en la web hay unos estupendos y divertidísimos itinerarios (Pack Billy Elliot, Pack Yaya, Pack Mocos, Modernos, Slow, 15-M…), pero me permito poner aquí una lista de sugerencias, guía para autoestopistas del teatro galáctico, para que luego cada uno elija su propia aventura. Mi amigo targarín dice que soy una «salvaje de lo escénico», y en esa línea van estos estímulos para aquellos ansiosos de ser sorprendidos, provocados, interpelados, seducidos.
Un café, y el mar en el patio de butacas
Ayer me levanté temprano. Compré flores para llenar El Umbral, para que la lluvia pequeñita no hiciera mella en nuestro espíritu primaveral. ¿Quién dijo que los domingos son tristes? Cuando es domingo de Cafés Teatrales, todo anticipa las ganas de encuentro.
Que tal como están las cosas, un espacio de reflexión sobre la creación escénica convoque tanta gente en este bello rinconcito de Lavapiés, habla de la necesidad urgente que tenemos de compartir voces y visiones.
Estas tertulias surgieron hace muchos años en mi Buenos Aires natal, de la mano de uno de mis profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, el investigador teatral Jorge Dubatti. Allí participaron algunos de los creadores argentinos que por entonces estaban revolucionando la escena porteña: Spregelburd, Daulte, Veronese… Hace 10 años llegué a Madrid y mi idea de juntar un director/a de escena, un dramaturgo/a, un actor/iz para hablar de procesos de creación me parecía entonces una utopía. Pero en los últimos tiempos, el panorama fue cambiando y tuve claro que era el momento de juntarnos. Ya han pasado por los Cafés Teatrales creadores como Pablo Messiez, Miguel del Arco, Alfredo Sanzol, María Pastor, Claudio Tolcachir, Fernanda Orazi, Paco Bezerra, Jose Padilla, Martret, Luque, Raúl Tejón, Pilar Gómez… De cada uno tengo guardado un momento de epifanía, de maravilla frente a las palabras de uno u otro. Y sin embargo, cada noche antes de un nuevo Café, me sobrevienen los nervios: ¿seré capaz de conseguir que estos talentosos artistas puedan confiar, y se entreguen a la reflexión compartida desde un lugar genuino?
Y no sé, al menos debo tener buen ojo, porque una vez más ha ocurrido. En la tarde de ayer, Juan Diego Botto, Denise Despeyroux e Inma Cuevas -tres artistas con poéticas muy diferentes entre sí-, nos estimularon con palabras e iluminaciones, con fantasías exuberantes y emociones liberadas. ¿Cómo agradecer la generosidad de Inma y sus lágrimas, la espontaneidad de Denise, la lucidez de Juan?
Los libros de la buena memoria: Elogio de Peter Brook

«El vino entibia sueños al jadear
Desde su boca de verdeado dulzor
Y entre los libros de la buena memoria
Se queda oyendo como un ciego frente al mar.»
Los libros de la buena memoria
Luis Alberto Spinetta (Buenos Aires, 1950-2012)
Este post no es una crítica ni una crónica. Es una sucesión caótica de asociaciones libres a partir de la comunión ocurrida en la maravillosa ceremonia pagana que fue la función The valley of astonishment de Peter Brook en los madrileños Teatros del Canal.
Allá lejos y hace tiempo, en 1999, se estrenaba en Buenos Aires The man who, el primer espectáculo de Peter Brook que vimos por esas tierras, en el mítico Teatro San Martín. Yo trabajaba en mi primer festival internacional y recuerdo mi excitación al coincidir en un viaje en ascensor con uno de los actores de Brook, David Bennent, que tanto me había impresionado como el chico que no quería crecer en El tambor de hojalata de Schondlorff. The man who fue la primera de las obras en las que Brook abordó el tema de los desórdenes neurológicos. El cerebro se constituía en tema de reflexión, y su espectáculo (aunque encumbrado después, curiosamente recibido entonces con la misma tibieza que leo hoy en las críticas de The valley of astonishment) era el resultado de una investigación que demandó a Brook y su equipo años y años de trabajo. Entre las imágenes que me quedaron, recuerdo al actor japonés haciendo de un paciente que sólo podía percibir la realidad ubicada en su lado derecho, incluso en su propio cuerpo. El personaje no tenía percepción del lado izquierdo de su cuerpo, y se afeita la mitad de su cara, hasta que por fin entiende a través de verse en una pantalla, media cara todavía con crema, y suplica a los médicos que detengan las pruebas. Este y otros personajes desfilaban por el libro de Oliver Sacks con el bellísimo título de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que sirvió de inspiración a Brook.
Mi Buenos Aires querido. Mis tuiteatreros queridos.
Durante mis primeros años en Madrid, mientras cursaba el Master en Gestión Cultural, me sentía orgullosa cada vez que un profesor ponía como ejemplo la cartelera de Buenos Aires para hablar de calidad, cantidad y variedad de oferta teatral. Me entusiasmaba contando sobre la proliferación de salas en los más insospechados rincones de mi ciudad de origen. Me enredaba en discusiones eternas acerca de las maneras de producción de espectáculos en cooperativa, de las formas de asociación de los artistas, de la alta participación popular. Pero sobre todo, con quienes más me empeñé en transmitir mi pasión, fue con mis queridos #tuiteatreros. No hizo falta, muchos de ellos ya amaban a creadores argentinos como Claudio Tolcachir, Daniel Veronese o Pablo Messiez. Y así fue como hace un año y medio empezamos a fantasear con la idea de hacer una excursión puramente teatrera, de cruzar el océano para recorrer, además de las callecitas de Buenos Aires que tienen-ese-qué-se-yo-viste, el circuito off de la escena porteña.
Ríos de tinta digital tuitera han corrido desde entonces, y cuando pensé que no lo lograríamos, aquí estoy, en el salón de la casona de San Telmo en donde en algunas horas recibiré a mis amigos: un grupo de expectantes espectadores activos, tan apasionados como yo, que durante meses han ahorrado para cumplir este sueño. Ya no se hartarán de escucharme ponderar milanesas, alfajores, ñoquis o asados. Ya sabrán de qué les hablo cuando digo «morfar», «pelotudear», o cuando explico instituciones porteñas como los pasacalles o los paseadores de perros. Pero sobre todo, ya sé que podremos compartir la emoción de haber disfrutado de esas maneras/otras de hacer teatro.
Ahora que ellos estarán ocupados haciendo maletas, aprovecho para compartir con vosotros algunas de las sorpresas que les tengo preparadas. No es para que muráis de envidia, que también, sino para que conozcáis algunos nombres, por si pasan por ahí o por si también vosotros podéis cruzar el charco. Si es así, podéis preguntarme. Estaré encantada de daros sugerencias.
Estas son algunas de las funciones que verán los #tuiteatreros en Buenos Aires:
TERCER CUERPO. De Claudio Tolcachir. Sala: Timbre 4
Cinco vidas, cinco deseos de amar, cinco personas incapaces. Mientras tanto se vive, se trabaja, se intenta. Miedo a no ser, miedo a que sepan quien soy. Miedo e incapacidad. La historia de querer y no saber que hacer. La historia de un intento absurdo. y subir las escaleras. Y querer vivir cada día a pesar de todo.
Los espectadores más apasionados de la red dan sus Aplausos Tuiteatreros 2013
“Los #tuiteatreros se ponen en pie para aplaudir a quienes nos han dado algunos felices momentos teatrales este año #AplausosTuiteatreros2013”.
Este mediodía, como ya hicieran en 2012, las cuentas de Twitter de los espectadores más apasionados de la red alborotaron el teatrerío digital mencionando “algunos de los momentos de belleza y felicidad que nos dejó este intenso año escénico”.
#aplausostuiteatreros2013 al @centrodramatico por asomarnos a #Unamiradaalmundo, con propuestas fascinantes, provocadoras y estimulantes.
— Pétalo de sal (@petalodesal) diciembre 27, 2013
#Aplausostuiteatreros2013 a @MarcCrehuet por poner el dedo en la llaga de lo que ocurre en nuestra sociedad con su incisiva #Elreytuerto.
— Teatroland (@Porelprograma) diciembre 27, 2013
20 escenas de amor y una canción esperanzada. Balance teatral 2012.
Por suerte Neruda escribió “20 poemas de amor y una canción desesperada” y no se quedó solo en diez, así me doy permiso para elegir algunas más de lo habitual entre mis escenas adoradas de este año teatral. Si, como dice el filósofo Alain Badiou en su maravilloso “Elogio del Amor” (título godardiano de la transcripción de su conferencia en el marco del Festival de Avignon), cuando describe su fascinación primera con el teatro: en escena “algo del lenguaje y del poema está, de forma casi inexplicable, unido al cuerpo”, el teatro puede ser por lo tanto “una imagen de lo que más tarde sería el amor para mí, el momento en que el cuerpo y la mente se vuelven inseparables”. Entonces, el teatro es amor, de forma originaria, el pensamiento encarnado. Y yo quiero compartir mis momentos amorosos de este año difícil -como todos los amores-, en el que, a pesar de todo, vi más teatro que nunca (aunque ni así vi todo el que quería ver).
Comparto estos momentos, fugaces pero nada efímeros, porque después de ver tantos espectáculos creo que al final es raro encontrar montajes redondos, perfectos (ah, la belleza de la imperfección), pero elijo quedarme con una actuación particular (incluso con un gesto), con una escena dramatúrgicamente bien construída, o con un instante de belleza y verdad escénica. Elijo quedarme con el amor (elijo quedarme). Esos momentitos de felicidad, os los deseo.
- Pablo (Oscar Velado) recitándole una poesía a la extasiada Nela (Marianela Pensado), mientras le acaricia la cara, en Los ojos de Pablo Messiez. Y cualquier escena de Fernanda Orazi en esta obra, porque aunque a ella esta vez le tocó el desamor, nunca el dolor amoroso fue tan bello como en la voz, el cuerpo y el llanto de La Orazi. Ya sabéis, si pudiera salvar solo un montaje teatral, sería este.
- La fiesta de Nagore, la adolescente sabia y huraña que ama los libros, a la que su madre le celebra el cumpleaños más tenso invitándole al amiguito imprevisto, en ese genial caleidoscopio escénico imaginado por Alfredo Sanzol llamado En la luna.